Si hay un elemento que consumimos en grandes cantidades cada día, ese es la energía. Consumimos energía de tal modo que resulta complicado predecir la cantidad que podremos llegar a necesitar en 15 años.
No sólo porque los nuevos hábitos de vida nos llevan a precisar más energía, sino porque la población en 15 años habrá aumentado al menos en un millón y medio de personas. Ello nos conducirá a un mayor consumo de los recursos y, en consecuencia, a su respectiva repercusión sobre el clima.
Si no buscamos alternativas a la forma de producir este elemento podremos ver afectado seriamente nuestro planeta. Por ello, conceptos como las energías renovables o la energía eficiente cobran mucha importancia y protagonismo en la construcción de nuevas viviendas.
Hay quién asegura que la fuente de energía más importante del futuro será la eficiencia energética, es decir, optimizar el modo en que consumimos esa energía para que obtengamos más bienes y servicios produciendo lo mismo o menos. Una fuente que compete no sólo a la vivienda, también a la industria y la movilidad.
¿Cómo podemos conseguir esa eficiencia energética en nuestros hogares? Por ejemplo, mejorando el aislamiento del edificio, pues es común encontrar viviendas en las que la energía que se consume para enfriar o calentar las estancias se pierde rápidamente. Instalando materiales que procuren ese aislamiento térmico colaboraremos para evitar esa pérdida de energía. Tales como las ventanas isotérmicas.
Sólo con la eficiencia energética podremos reducir el aumento de demanda energética a sólo un 16% en 2030 y el aumento de emisiones de CO2 a sólo un 11%.
Por tanto, la base de la eficiencia energética es emplear la tecnología para mejorar los procesos y conseguir más por menos. ¿Te animas a probarlo?